Columna Por José Atuesta Mindiola. Diomedes vivió más de cien años, aunque su edad física era de 56; sus años de experiencias y de gozos fueron intensos. Vivió sin prisa, y el tiempo le alcanzó para amar y ser amado. Ahora después de su muerte, sigue viviendo en otra dimensión: en la inmortalidad de sus canciones.
Columna Por José Atuesta Mindiola.
Diomedes vivió más de cien años, aunque su edad física era de 56; sus años de experiencias y de gozos fueron intensos. Vivió sin prisa, y el tiempo le alcanzó para amar y ser amado. Ahora después de su muerte, sigue viviendo en otra dimensión: en la inmortalidad de sus canciones.
El nobel de Literatura Octavio Paz, refiriéndose a Fernando Pessoa -el poeta portugués más importante del siglo XX, muerto muy joven por su adicción al alcohol- dijo: “Los poetas no tienen biografía; su obra es una biografía”. De Diomedes Díaz, el cantautor más exitoso en la historia de la música vallenata, puede afirmarse que sus canciones y su carismática interpretación son su biografía. La vida del artista no es su vida privada, son los atributos de su obra y las bondades de su talento.
Diomedes cumplió con su doble misión en el arte musical: componer y cantar. Fue versátil en la temática de sus composiciones. En la interpretación fue el mejor de todos, porque cantaba con el alma, vivía cada una de las canciones; en ocasiones, la cadencia de su voz era como las olas serenas del mar en los acordes románticos de un paseo; otras veces, sin perder la armonía, era un vendaval al entonar un merengue u otro ritmo tropical. Las escenas que muestran los vídeos, en los años de gloria con el acordeonero Juancho Roys, son irrepetibles: los seguidores deliraban en éxtasis musical.
Diomedes era un ídolo de multitudes. Un verdadero artista popular, y como ser humano: una luz intensa en su arte, y una débil sombra en sus errores. De luz y sombra somos todos. El poeta José Martí decía: “El sol quema con la misma luz que alumbra. Los resentidos hablan de las quemaduras; los agradecidos hablan de la luz”.
Agradecidos estamos todas las personas a quienes nos gusta la música vallenata, por la alegría y la felicidad que nos regaló Diomedes en sus canciones, que permanecen como tatuaje indeleble en la piel del alma, o como fresca cicatriz en la memoria. En el día de su sepelio, el canal nacional Cable Noticias abrió sus teléfonos a centenares de televidentes de Colombia y de otros países, quienes con nostalgia expresaban su admiración por el afamado artista y contaban anécdotas de sus cantos o tatareaban algunos versos. Muchos son los seguidores de la música de Diomedes que tenemos recuerdos inolvidables; en mi caso personal, Fantasía es la canción de conquista a mí esposa Belky: “Ese que escribe versos repletos de verano estando en primavera, ese soy yo….”
En su homenaje, estas décimas:
. I
Cuando la música suena / en el tiempo no hay distancia,
un suspiro de fragancia / florece en la gente buena.
Volando se van las penas / cicatrizan las heridas.
Volando se va la vida / entre sombra y esplendor,
pero no muere el amor / de las cosas más queridas.
II
Los sonidos del dolor / las campanas en repique,
en homenaje al Cacique / Diomedes el trovador.
El poeta soñador / del amor y la alegría,
que todo el mundo quería / por sus bonitas canciones,
que guardan los corazones / en celeste sinfonía.
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