El gran amor de Diomedes Díaz
Capítulos extensos se podrían escribir en la vida de Diomedes Díaz, respecto a las mujeres que hicieron parte de su vida. Existen muchas en ese camino, pero ninguna tan importante como Patricia Acosta.
¿Cómo ha sido el duelo de Diomedes?
Patricia Acosta: Ha sido muy duro, pero yo lo sigo amando. Mis amores con Diomedes fueron increíbles. Hasta después de muerto me sigue pareciendo bello, aunque ya no lo lloro porque eso es malo. Casito que me tiro en el cajón, porque yo quería que los dos estuviéramos juntos por siempre. Eso no se olvida, todo está clarito. Todavía lo recuerdo como el primer día cuando veo a los hijos míos. En mi mente no ha podido estar más nadie si no él.
¿Cómo se conocen Patricia y Diomedes?
PA: Diomedes era un muchacho noble y humilde, pero honrado y trabajador. Los dos vivíamos en carrizal y a mí no me importaba que fuera humilde. Lo conocí porque el ayudaba a la mamá a vender bollo de mazorca, bollo maduro, yuca y plátano, se ponía una totuma en la cabeza todos los días, pasaba y me miraba porque yo era pícara. Teníamos 12 años y le decía a la mamá que estaba enamorado de mí y que quería cultivarme para que fuera su esposa.
¿En qué momento accede a sus encantos?
PA: Yo veía en él una gran nobleza. Era un hombre muy elegante, simpático y decente. Me tocaba el cabello y yo era muy esquiva. Fue precisamente lo que más le encantó. Mi familia no lo quería porque era de una condición social diferente, pero eso poco me importó. Él me decía: yo soy pobre y no tengo como regalarte una prenda, pero te voy a regalar una canción y empezaba a componerme. Pasaba el tiempo y en una oportunidad el me dio un beso en el cachete y me dijo: ¡Eres mi novia! yo le dije que no, que eso no podía ser porque me regañaba mi mamá y ella no lo quería. El insistió y yo acepté, pero con la condición que no le dijera a nadie y así llegamos a los 14 años. A esa edad el me compuso la primera canción que llamó Cariñito de mi vida. Cuando en mi casa escucharon esa canción, casi se mueren.
¿Qué pasó entonces?
PA: Mi hermano mayor dijo: Mamá, vamos a ‘atesarnos’ con Patricia que este corroncho ya le grabó esa canción y eso quiere decir que ya tienen amores.
Ya empezaba el nombre de Diomedes a sonar….
PA: Yo lo empujé mucho para que el saliera adelante, entre otras cosas, me debía eso a mí. Me cantaba de frente y me decía que yo iba a hacer la musa de su inspiración, porque me iba a dedicar todas sus canciones. Después grabó la ventana marroncita con el Debe López y eso fue tremendo. Ya nosotros estábamos grandes, pero seguíamos escondidos porque nunca pudimos salir al ruedo fácil, porque la gente me acusaba ante mi mamá, entonces me encerraban y no me dejaban salir. Era pobre y sin embargo, a pesar de su pobreza, siempre me traía el detalle y eso me enamoró.
Y empieza Patricia a sufrir por ver a Diomedes con otras mujeres…
Él ya tenía una chinita alborotada y yo escuché que en el pueblo me decían que los habían visto y ella le tuvo una hija y yo me puse muy triste. Después dejó a otra embarazada y más adelante a otra más. Le dije que me había mentido, que esto se acababa y el me decía que no, que lo perdonara que me amaba. Entonces me mandaron interna para Bucaramanga para que me olvidara de todo, y allá fui a templar.
¿Y estando allá como hacían?
PA: Él me iba a visitar. Una vez mi amiga Miriam falsificó una firma de mi mamá donde me daban orden para salir. Salí en esa oportunidad con Diomedes y el me regaló una grabadorita para que escuchara los casettes con las canciones que me había compuesto. Yo era loca con mi grabadora. Él ponía todo donde Miriam y ella todo me lo entregaba y así nadie se daba cuenta, pero me pillaron. En otra oportunidad, nos vimos en una misa. Yo pertenecía al coro de la iglesia y él llegó a verme. Nos vimos en la puerta y me dijo: mi amor vámonos, yo vine a buscarte. Le dije que no, que no podía quedarle mal a mi mamá. Le pedí que se fuera y me acuerdo que estaba con Martín Maestre. Me compró un poco de dulces y me los dio. Me dijo que nos fuéramos, que íbamos a vivir bien, que le iba a pedir plata a las casas musicales por las composiciones que me había compuesto porque por esas le daban más plata. Le dije que no, que debíamos hacer las cosas bien, porque mis papás estaban mayorcitos y de pronto yo les causaba algo fuerte. Me hizo caso, Diomedes siempre me hizo caso, siempre me respetó.
¿Pero usted regresó a La Junta?
PA: ¡Claro! yo regreso, pero me querían tener corta y yo con deseos inmensos de verlo. El llamó a un amigo de San Juan y le dijo que me llevara los cassetes a mi casa, entonces a través de esas grabaciones, me contaba por todo lo que estaba pasando. Me acuerdo que me cantaba la canción “Llegó el verano”. Ahora cuando la escucho, lloro, porque siento como si fuera ahora. Me decía por radio, para la mujer más linda del mundo, la que más amo, mi negra linda. Yo era feliz.
¿Pero entonces cuando se va a vivir libremente con Diomedes?
PA: Duramos en esas como hasta los 19 años. En mi casa se dieron cuenta que yo me iba a bañar al río muy temprano en las mañanas y él llegaba por el otro lado. Entonces yo me demoraba, nos pillaron porque yo me tenía que devolver enseguida y el no me dejaba abrazándome y besándome. Ahí me sacó la canción “bonita”, me entusiasmé y me desvelé mucho por las canciones y yo dije: a este muchacho hay que sacarlo adelante
¿Qué hizo para ayudarlo en ese proceso?
PA: Me acuerdo que mi mamá tenía una tienda y yo le robaba para darle a Diomedes y mandarlo a Valledupar para que se presentara en los festivales y todas esas cosas. El lloraba cuando yo tenía ese gesto. Yo le decía que saliera, que iba a hacer un gran cantante.
No me respondió la pregunta. ¿Cuándo se fue a vivir con Diomedes?
PA: El pasaba por mi casa con una grabadora en el hombro y me ponía la canción Rosa Jardinera. Mi mamá se daba cuenta y me pegaba. Entonces dije que eso se tenía que acabar y dije que me iba con el hombre de mi vida. Arranqué un día, tenía que volarme tres corrales, quitarme los zapatos y tenía que volarme una tapia. Le tiré uno de los zapatos y le cayó en la frente y lo rajó. Diomedes iba con Rafa, mi cuñado, yo me tiré y ellos me recibieron. El sangraba y decía que no importaba porque todo eso era amor. Nos montamos en un carro que pasó a toda velocidad frente a la casa y después me enteré que mi papá dijo: ve, ¿y ese carro qué?, a quién llevarán ahí que van matándose. En mi casa duraron como dos meses que no abrían la tienda, les daba mucha pena que yo me hubiese salido con un carrizalero. Mi hermana la mayor me dijo que mi papá había mandado a decir que me viniera, que me casara y entonces nos casamos en San Juan y de mi familia solo vino mi papá, porque el resto no me hablaban. Llegamos recién casados a La Junta y allá el resto de la familia no nos permitió entrar a la casa. Mi papá nos entendió y nos dijo que nos fuéramos para Carrizal que él nos llegaba allá, entonces nos fuimos y formamos un fiestón. Eso fue un 20 de septiembre del 78.
Y de un momento a otro se volvió famoso…
PA: A él lo hizo famoso la Ventana Marroncita. Lo llevó a la cima. Yo hablé con Luis Alfredo Sierra, era sobrino de mi mamá y compinche de mis amores con Diomedes. Entonces grabó la Ventana Marroncita con Discos Fuentes donde también estaba el Chanchullito. Ya éramos adultos y él no veía otra cosa, sino a mí. Cuando el sacó eso se elevó y llegó Poncho Zuleta a grabarle “Bendito sea Dios”
¿Qué es lo que más recuerda de su vida al lado de Diomedes?
PA: El era muy cariñoso y hogareño. Llevaba todo a la casa y yo no tenía que moverme a nada. Cuando tuve a Rafael Santos se enloqueció porque no tenía hijo varón, solo 3 mujeres, entonces cuando nació el mismo dijo que le iba a hacer una canción a su muchacho. Le dije, bueno, ponle Mi Muchacho. Me dijo que quería tener 8 hijos, y le dije que no, que le iba a tener la mitad. Se llevaba al niño para todas partes desde los dos años, porque quería que cantara como él. Diomedes se murió adorando a ese pelao. Cuando empecé a tener a los otros muchachos se encantó más.
¿En qué momento se separa de Diomedes?
PA: Hubo mucha tranquilidad y las cosas venían bien, pero a raíz de su fama, se fue metiendo en el mundo de mujeres y eso se le volvió rutina. Yo ya le había aguantado 20 años y a eso yo le llamaba amor. Mi papá una vez me dijo: hija, no vaya a sufrir, lleve un hogar bien llevado. Si el la llevó al altar, es porque la ama, porque quiso darte el título de esposa fue a ti. Y terminó diciéndome: Hija, el hombre de la puerta para dentro es suyo, de la puerta hacia fuera, es de todo el que lo quiera agarrar. Él me ponía las mujeres frente a la casa, y andaba para arriba y para abajo y yo no le paraba bolas.
¿Cómo soportó eso?
PA: Siempre me pedía perdón. Le respondía que estuviera tranquilo, pero que algún día el canasto se llenaba, y cuando eso pasara, me iba y quedaba libre, y así fue, me fui. Cuando vi que la cosa se profundizó, arranqué. Me fui para mi casa y duré un año allá. La perdición de Diomedes estuvo más que todo en las mujeres.
¿Cómo fue ese proceso para usted?
PA: El me compró a mí a y a mis hijos un apartamento en Bogotá y me fui con ellos y los puse a estudiar allá, mientras que el seguía en Valledupar. Yo duré hasta seis meses de no querer saber nada de él porque para mí todo eso fue terrible y no quería entenderlo. Tuve una amiga que se llama Liliana Carrillo, que vivía en Bogotá y ella fue la que me dijo que no volviera más. Sufrí mucho, porque me echaron brujería para que le cogiera rabia y al final eso pasó. Le cogí rabia y lo botaba donde llegara. Una vez llegó a buscarme y le dije que no, que el tiempo había pasado y que no quería vivir viviendo esa vida. Le dije: Diomedes, te amé tanto que solo quiero decirte que la única mujer que te amó y que te va a amar en la vida, soy yo, las demás, de aquí pal ante, van a llegar a quitarte lo que tú vas a trabajar sin desconsideración y te van a volver loco hasta quitarte todo. Me dijo: Si te quieres ir, vete, que yo busco a otra que me acompañe, y así fue.
Él lo aceptó muy fácil…
PA: Le dije que la decisión estaba tomada y que la que se iba era yo. Le dejé mis hijos y yo entré en una crisis de nervios, y me quería volver loca, pero no tenía forma de poder mantenerlos. Ellos ya estaban grandes y me apoyaron. Después de eso, Diomedes empezó a enfermarse.
Después vienen sus otras dos esposas…
PA: Consuelo y Betsy Liliana le quieren llamar esposo, y eso no es así. Ellas fueron compañeras sentimentales de Diomedes, la única viuda y esposa soy yo.
Pero ellas también vivieron cosas importantes con él…
PA: Lo tenían de negocio para que hiciera plata. Con mi hijo Martín Elías quisimos sacarlo de la casa para llevarlo a pasear a otros países y el dijo que no, que esas cosas materiales no le importaban, que él no daba para más, que quería estar tranquilo.
¿A pesar de todo lo seguía amando?
PA: A pesar de que lo dejé, lo seguía amando. Lo lloré y lo sigo llorando. No lo he dejado de amar y ahora lo amo más que antes. El entierro fue muy duro. Yo le pedí el favor a Consuelo que se quitara porque iba a despedir a mi esposo, y le iba a prometer a Dios y al mundo entero y sobretodo a él que la única mujer que lo había amado, era yo, y se lo dije. Mi hijo abrió el cajón y yo le dije: Te amo amor mío, para que lo entiendas después de muerto, te amo, te amo. Le demostré a todos que ese era mi esposo.
¿Fue usted su gran amor?
PA: Yo nunca salí de su mente. Hace poco me encontré a Betsy Liliana y me dijo: Patricia, Diomedes si te amó y te seguía amando. La conocí ese día después de tantos años, porque yo nunca la vi con Diomedes. Le dije que a las dos nos había querido, que tal vez el amor mío había sido uno y el de ella otro. Como yo lo dejé, el se apoyó en ella y eso tal vez fue lo que lo hizo quererla mucho. Yo digo que no estaba enamorado, pero el despecho de tanta cosa conmigo lo hizo apegarse más a ella.
Y él también fue su gran amor…
PA: Él fue el amor de mi vida, el único hombre, porque así como Dios me mandó al vientre de mi madre, así me entregué yo a él. Estuve a su lado 10 años de amores y 20 de casados, prácticamente toda mi vida. Uno en la vida se enamora una sola vez, dos veces no, de la segunda vez para adelante es pura ilusión, pero el amor es solo uno.
¿Cuándo fue la última vez que se vio con Diomedes?
PA: Cuando me estaba arreglando los dientes donde Daniel Fernando Zabaleta que es sobrino de él. Eso fue en octubre del año pasado. Fui a una cita que él me puso. Daniel le contó que yo me estaba haciendo diseño de sonrisa allá y el le dijo que me llamara, que me quería ver y saber cómo estaba. Yo me puse bien bonita. Cuando me vio se enganchó a llorar. Decía que yo era el amor de su vida, que no me había olvidado, que no había podido borrar la imagen de cuando me dio el primer beso.
¿Qué le dijo usted?
PA: Le dije que lo seguía amando, entonces me respondió que la única mujer que lo había amado había sido yo. Que estaba seguro que si se moría yo me quedaba sola. Le dije que lo amaba, que nunca había dejado de amarlo, pero que lo quería ver en otro estado, quería verlo con otra persona diferente. Me dijo que su vida había terminado aquí, que ya no podía buscar a otra persona, y que Dios sabía lo que hacía con él.
¿Cuántas canciones le hizo?
PA: 22 canciones. Las que recuerdo son Cariñito de Mi Vida, Bendito Sea Dios, El Alma en un Acordeón, La Ventana Marroncita, El Chanchullito, Bonita, Su Serenata, Los Claveles, Razón Sentimental, Titulo de Amor, El Cóndor Herido, El Regreso del Cóndor, Sin ti. El componía mirándome. Me miraba y enseguida le salían las letras de las canciones.
¿Cuál es su canción favorita?
PA: Te necesito.
Por Antonio Peralta Nieto
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