Crónica: Cuando Diomedes Díaz participó como guacharaquero en el Festival Vallenato
Por Juan Rincón Vanegas
‘El Cacique de La Junta’ también estuvo en dos ocasiones en el concurso de Canción Vallenata Inédita con las obras ‘Hijo agradecido’ y ‘Señor Maestro’.
Las historias del folclor van quedando regadas en el camino, y muchas veces hay que retomarlas para que regresen al lado de sus protagonistas y no queden escondidas en sus memorias, sino que aparezcan como constancia del más grato ejercicio musical llamado Festival de la Leyenda Vallenata.
“En 1974, cuando se coronó por primera vez como Rey Vallenato Alfredo Gutiérrez; participé en el concurso de acordeón aficionado con Diomedes Díaz Maestre, quien fue mi guacharaquero y cantante, junto al cajero Jairo Suárez”.
Así comienza su relato, hasta ahora inédito, Francisco Palencia Barragán, un veterano acordeonero nacido hace 68 años en Planeta Rica, Córdoba, y quien logró presentarse en el certamen vallenato de Valledupar con ‘El Cacique de La Junta’.
Por esa época, Francisco vivía en Valledupar trabajando en el lavadero de carros de propiedad de su cuñado Leonidas Guerrero, y frecuentaba el restaurante ‘La Cascada’, de Alcides ‘Chide’ Maestre, tío de Diomedes, quien tenía su negocio ubicado en la Avenida Fundación con trasversal 21.
“En ese lugar conocí a Diomedes, y se le notaba su inquietud por el folclor vallenato. Muchas veces parrandeamos, y se nos dio por participar en el Festival Vallenato, sin contar con experiencia alguna”.
Guacharaquero inexperto
De esa manera, los tres se atrevieron a concursar sin muchos ensayos, pero teniendo definidas las siguientes canciones: el merengue ‘Los areticos’ (Diomedes Díaz), el paseo ‘La primavera’ (Lorenzo Morales), la puya ‘El pedazo de acordeón’ y el son ‘Mi comadre Consuelo’ (ambas de Alejo Durán).
“Esa mañana nos tocó en uno de los kioscos, y quién dijo miedo. Nunca habíamos concursado en nada, sólo queríamos sobresalir, pero creo que los nervios en la primera canción traicionaron a Diomedes”.
Francisco hace una pequeña parada, y a pesar del paso del tiempo, su memoria lo ayuda para contar: “Comenzamos a interpretar el merengue ‘Los areticos’, de la autoría de Diomedes. Cuando la canción iba más de la mitad y él estaba cantando, se la cayó la guacharaca, y nos tocó parar. Se bajó del kiosco a recogerla, subió sonriendo, nos dijo que siguiéramos, y así lo hicimos”.
Por la tarde, les correspondía presentar el paseo, pero no fueron llamados a la competencia. Ante esto, el cajero Jairo Suárez Reales anota: “Nosotros, no tocábamos mucho, esa es la verdad, y solamente íbamos por la fiebre del folclor. Éramos novatos, siempre nos animaba y apoyaba el músico Jairo Vargas López, testigo de estas aventuras folclóricas”.
El cajero recuerda, como si fuera ayer, esa historia que lo marcó de manera positiva. Así se inició, para con el paso de los años convertirse en uno de los principales protagonistas del Festival de la Leyenda Vallenata.
“Al no llamarnos, nos fuimos a sentar al lado de la casona de Hernando Molina Céspedes, donde tomamos agua y después cada uno salió para su casa. Así terminó todo, y cuando nos encontrábamos, nos reíamos de ese suceso”.
Esa rápida presentación de Diomedes Díaz en el Festival de la Leyenda Vallenata, de escasos cuatro minutos aproximadamente, quedó para el anecdotario de dos luchadores del folclor, quienes la cuentan con orgullo sabiendo que tiempo después ese joven guacharaquero se convirtió en el más grande ídolo de las multitudes.
Reencuentro en Planeta Rica
Por su parte, el acordeonero Francisco Palencia nunca más participó en el Festival Vallenato. Se dedicó a trabajar, a tocar parrandas, a cantar y componer. “Varios años después me vine para mi tierra Planeta Rica, donde todavía vivo en el barrio San José. Estando acá, Diomedes vino una vez con ‘Colacho’ Mendoza, a presentarse en una caseta que organizó César Álvarez”.
En este momento, la nostalgia lo sacude. Deja un corto espacio en su charla, y seguidamente dice: “Entré a la caseta a saludarlo, nos tomamos unos tragos hasta la madrugada, y fue punto de conversación aquella vez cuando nos presentamos al Festival Vallenato y se le cayó la guacharaca en plena competencia”.
Cerrando ese capítulo le agradeció a Dios por haber tenido la oportunidad de debutar en el más grande Festival Vallenato de Colombia, con ‘El Cacique de La Junta’, personaje a quien conoció dando sus primeros pasos en la música vallenata.
‘Hijo agradecido’
Dos años después de aquella presentación, Diomedes Díaz regresó al Festival de la Leyenda Vallenata y ocupó el tercer puesto en el concurso de canción inédita con el paseo ‘Hijo agradecido’, ocasión en la cual lo acompañó en el acordeón su tío Martín Maestre.
En esa oportunidad, el primer lugar lo ocupó el compositor Alonso Fernández Oñate con el merengue ‘Yo soy vallenato’, y el segundo puesto fue para Sergio Moya Molina con la puya ‘La fiesta de los pájaros’.
La canción que dedicó ‘El Cacique’ a sus padres Rafael María Díaz y Elvira Antonia Maestre Hinojosa, fue grabada por los músicos atanqueros Pedro García Díaz y Florentino Montero.
En el mundo no he hallado
un obsequio material
para poder pagar a mi padre y a mi madre,
al instante recuerdo y siento ganas de llorar
al pensar aquellos tiempos
que lucharon para criarme.
Homenaje a Escalona
La última presentación de Diomedes Díaz Maestre en un concurso del Festival de la Leyenda Vallenata sucedió en 1987, cuando llegó a la final con el paseo ‘Señor Maestro’, dedicado a Rafael Escalona Martínez, y fue descalificado porque llevaba una publicidad en su camiseta.
Dicha canción fue grabada por el mismo Diomedes al lado de Álvaro López en el año 2009, en la producción musical ‘Listo pa’ la foto’.
Señor Rafael Escalona, Señor Maestro
reciba un abrazo fuerte de parte mía
yo hace tiempo quería, rendirle este homenaje
y hoy en nombre del Valle, quiero hacerle sabé
que vivimos contentos, y orgullosos de usted.
En tres ocasiones, Diomedes Díaz Maestre mostró su talento en el Festival de la Leyenda Vallenata, donde fue su punto de arranque para luego darse a conocer en todo un universo vallenato que lo llenó de gloria hasta el final de sus días.