Cinco años después de la muerte del Cacique de la Junta, Hernán, el hermano celoso de Patricia recordó que le hizo cuatro tiros al aire en una de las serenatas que el ‘cantor campesino’ le colocaba a su amada.
Cinco años después de la muerte del Cacique de la Junta, Hernán, el hermano celoso de Patricia recordó que le hizo cuatro tiros al aire en una de las serenatas que el ‘cantor campesino’ le colocaba a su amada.
La familia de Patricia Acosta no veía con ‘buenos ojos’ que un campesino de Carrizal pretendiera a la muchacha, pero Diomedes estaba ‘flechado’ con la hermosura de la joven, encontrando en la ventana marroncita, que daba de un costado de la calle con la habitación donde ella dormía en el corregimiento de La Junta, La Guajira, el espacio propicio para manifestarle su amor.
De noche o madrugada, Diomedes llegaba a la ventana y con una pequeña piedra la raspaba para que su amada supiera que estaba ahí, le cantaba versos, y luego ella le abría para fundirse en besos en medio de los barrotes. Hernán Acosta, hermano de Patricia, señaló que esos amores duraron unos ocho años.
Las visitas del ‘cantor campesino’ se hicieron más frecuentes, y en el pueblo los demás muchachos, conociendo que Hernán era celoso y cuidaba a su hermana, le molestaban la vida. “Tanto que cuidas a Patricia y ella se besa con Diomedes de noche por la ventana, me decían para verme rabioso”, contó.
Cansado de la burla, Hernán una noche esperó que Diomedes llegara. En efecto, hacia la una de la madrugada, raspó la ventana y empezó a cantar, acompañado de su tío Martín Maestre en el acordeón.
“Cogí el revólver de mi papá, pasé por el corredor, y desde otra habitación le hice cuatro tiros al aire, ellos salieron corriendo, el acordeón amaneció ahí y la guacharaca la hicieron miga en el arranque”, recordó Hernán Acosta, quien relató que amigos de Diomedes se ‘vengaron’ el agravio y a los 15 días, le hacieron otros tiros al aire. “Yo sentí la tirotera, salí corriendo, y terminé durmiendo en el cuarto de mamá”, sostuvo Acosta.
Aquello quedó ahí, y Diomedes siguió sus amores con Patricia, hasta que en 1978, se la llevó de la casa y contrajo matrimonio con ella a escondidas en Villanueva.
Así se escapó Patricia con Diomedes
Era una tarde de octubre del 78 cuando Diomedes se llevó de la casa de los Acosta a Patricia; pero no lo hizo solo, contó como cómplices con su hermano Rafael Díaz y su amigo Bolívar Urrutia.
“Ese día se realizaba un velorio porque en la calle tercera se había muerto Justiniano Gámez, el matarife del pueblo. Mi mamá se fue a cambiar y le dijo a Patricia que la acompañara a dar el pésame, en esa época se acostumbraba a que los hombres se sentaban a conversar alrededor de un termo de café; cuando Patricia estaba lista, llegó Rafita a la tienda que tenía la familia, y le dice a mi papá, señor ‘Negro’ véndame dos gaseosas, mi papá para no levantarse, le dice a Patricia que las despache, en ese momento Rafa le dice que Diomedes la está esperando en la esquina para irse a Villanueva a casarse, que ya el cura estaba esperando”, contó Hernán Acosta.
Precisó que Patricia le dijo que si Diomedes estaba loco, y se preguntó que cómo iba a salir, si por la puerta no podía irse, y por el patio había una cerca como de tres metros, porque tenían cría de gallinas, cerdos y chivos. “Entonces Rafita le dice a Patricia, no hay una escalera por aquí, y ella le señaló una, entonces la colocaron en la tapia, él la ayudo a subir, y Bolívar Urrutia la esperó del otro lado, después Rafa salió por la puerta y con su cara limpia se despidió de mi papá”.
“Con Patricia fueron hasta donde Diomedes, se subieron a la camioneta y salieron a alta velocidad del pueblo, en ese tiempo ver un carro corriendo era porque llevaba a algún enfermo, mi papá me dice ve a averiguar a quien llevan ahí, quién se habrá enfermado, y era Patricia y Diomedes que se habían escapado para casarse en la iglesia de Villanueva, donde los esperaba el padre Reinaldo Río, quien los unió en matrimonio”.
La familia de Patricia Acosta no veía con ‘buenos ojos’ que un campesino de Carrizal pretendiera a la muchacha, pero Diomedes estaba ‘flechado’ con la hermosura de la joven, encontrando en la ventana marroncita, que daba de un costado de la calle con la habitación donde ella dormía en el corregimiento de La Junta, La Guajira, el espacio propicio para manifestarle su amor.
De noche o madrugada, Diomedes llegaba a la ventana y con una pequeña piedra la raspaba para que su amada supiera que estaba ahí, le cantaba versos, y luego ella le abría para fundirse en besos en medio de los barrotes. Hernán Acosta, hermano de Patricia, señaló que esos amores duraron unos ocho años.
Las visitas del ‘cantor campesino’ se hicieron más frecuentes, y en el pueblo los demás muchachos, conociendo que Hernán era celoso y cuidaba a su hermana, le molestaban la vida. “Tanto que cuidas a Patricia y ella se besa con Diomedes de noche por la ventana, me decían para verme rabioso”, contó.
Cansado de la burla, Hernán una noche esperó que Diomedes llegara. En efecto, hacia la una de la madrugada, raspó la ventana y empezó a cantar, acompañado de su tío Martín Maestre en el acordeón.
“Cogí el revólver de mi papá, pasé por el corredor, y desde otra habitación le hice cuatro tiros al aire, ellos salieron corriendo, el acordeón amaneció ahí y la guacharaca la hicieron miga en el arranque”, recordó Hernán Acosta, quien relató que amigos de Diomedes se ‘vengaron’ el agravio y a los 15 días, le hacieron otros tiros al aire. “Yo sentí la tirotera, salí corriendo, y terminé durmiendo en el cuarto de mamá”, sostuvo Acosta.
Aquello quedó ahí, y Diomedes siguió sus amores con Patricia, hasta que en 1978, se la llevó de la casa y contrajo matrimonio con ella a escondidas en Villanueva.
Así se escapó Patricia con Diomedes
Era una tarde de octubre del 78 cuando Diomedes se llevó de la casa de los Acosta a Patricia; pero no lo hizo solo, contó como cómplices con su hermano Rafael Díaz y su amigo Bolívar Urrutia.
“Ese día se realizaba un velorio porque en la calle tercera se había muerto Justiniano Gámez, el matarife del pueblo. Mi mamá se fue a cambiar y le dijo a Patricia que la acompañara a dar el pésame, en esa época se acostumbraba a que los hombres se sentaban a conversar alrededor de un termo de café; cuando Patricia estaba lista, llegó Rafita a la tienda que tenía la familia, y le dice a mi papá, señor ‘Negro’ véndame dos gaseosas, mi papá para no levantarse, le dice a Patricia que las despache, en ese momento Rafa le dice que Diomedes la está esperando en la esquina para irse a Villanueva a casarse, que ya el cura estaba esperando”, contó Hernán Acosta.
Precisó que Patricia le dijo que si Diomedes estaba loco, y se preguntó que cómo iba a salir, si por la puerta no podía irse, y por el patio había una cerca como de tres metros, porque tenían cría de gallinas, cerdos y chivos. “Entonces Rafita le dice a Patricia, no hay una escalera por aquí, y ella le señaló una, entonces la colocaron en la tapia, él la ayudo a subir, y Bolívar Urrutia la esperó del otro lado, después Rafa salió por la puerta y con su cara limpia se despidió de mi papá”.
“Con Patricia fueron hasta donde Diomedes, se subieron a la camioneta y salieron a alta velocidad del pueblo, en ese tiempo ver un carro corriendo era porque llevaba a algún enfermo, mi papá me dice ve a averiguar a quien llevan ahí, quién se habrá enfermado, y era Patricia y Diomedes que se habían escapado para casarse en la iglesia de Villanueva, donde los esperaba el padre Reinaldo Río, quien los unió en matrimonio”.
Tomado de: El Heraldo.