La música vallenata tiene como característica el haberse cultivado en lugares populares
El vallenato es y siempre ha sido una cultura popular, pero si se analizara en cada caso por qué siempre lo ha sido se encontrará el factor generacional como una variable importante, debido a que, en cada generación, se han presentado cambios que, de todas maneras, siempre llevan al vallenato a ser una música popular por excelencia.
Hacia comienzos del siglo XX, cuando el vallenato se originó con los juglares que verdaderamente cumplían esa función, como Sebastián Guerra, Manuel Medina Moscote, Víctor Silva, Andrés Montufar, Luis Pitre, Nandito “el cubano” o Abraham Maestre, ya era claro que ésta era una tradición popular, debido a que estos personajes enviaban mensajes, cumpliendo el papel de correspondencia entre regiones del Caribe colombiano, por lo que el pueblo en general se identificaba con ellos y participaba de las comparsas cuando se trataba de entretener.
Otra generación sería la de los más reconocidos juglares, como Emiliano Zuleta Baquero, Alejandro Durán, Leandro Díaz, Rafael Escalona, y toda esta generación que, si bien aún no llegaba a ser tan reconocida a nivel nacional, ya empezaba a sonar en algunas regiones del país, especialmente en la del Caribe, es decir, ya había permeado la cultura con sus cantos. Eran composiciones populares, porque se presentaban en plazas públicas, galleras, casetas, patios, en las que se armaban las populares parrandas, un sagrado ritual de la composición vallenata.
Otra generación vino después, con artistas como Jorge Oñate, Rafael Orozco, los Hermanos Zuleta, Iván Villazón y el mayor influenciador de masas, Diomedes Díaz, quienes serían los encargados de permear el país con el vallenato y volverlo la música popular con excelencia. Aquí ya cambia el sentido de lo popular, ya no como identidad folclórica que representa y habla de una región, sino que hace que las personas del país entero acojan este género como colombiano, pero solo para entretenimiento, lo cual le cambia el sentido en parte a un folclor perteneciente a una región.
Hubo una época en que se criticó también bastante cómo se estaba haciendo el vallenato, inclusive, se quiso llamar “balanato” (vallenato con balada), porque las composiciones eran románticas, casi que “llorándole y rogándole a la mujer”, como asegura Gustavo Gutiérrez Cabello, quien reconoce que cuando él componía esas líricas, donde cortejaba a la mujer por medio de prosa y poesía, fue en su momento también bastante criticado, pero al ver que otros compositores, como Fernando Meneses, Tomás Darío Gutiérrez, Rafael Manjarrés, entre otros, estaban haciendo las mismas composiciones y eran las que gustaban, tanto a los intérpretes como al público, reconoció que esto era importante para el folclor. Sin embargo, afirma que ya sus composiciones no son para esta generación, por lo que decidió retirarse de su oficio y dejar que nuevas generaciones impriman su trabajo como él lo hizo en su época, así no se esté de acuerdo con lo que se está componiendo.
Después vino otra generación de la que muchos, por ejemplo, son los hijos de esta anterior; con personajes como Silvestre Dangond, Peter Manjarrés, Luifer Cuello, Fabián Corrales y el rey de este movimiento Kaleth Morales, quienes comenzaron con esos cambios radicales que ha sufrido el género vallenato y que, hasta hoy en día, han sido bastante criticados por incluir otros ritmos, cambiar los cuatro aires tradicionales y escribir sobre temáticas completamente diferentes, inclusive, degradando o insultando a la mujer. A pesar de que, con estos cambios, la popularidad de este género bajó en el interior, en la región Caribe aún se sigue manteniendo entre los más jóvenes, por lo que termina siendo música popular, pero no con el mismo significado que tiene el vallenato clásico para otras generaciones más adultas.
Enviado por: Nicolás Méndez/Panorama Cultural
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