Anécdotas detrás de la grabación “De nuevo con mi gente” donde está La Envidia.
Una mañana de un día cualquiera a comienzos del 2005, en los Estudios de Grabación de GALY GALIANO en Bogotá, estaba como Productor Musical dirigiendo un disco, cuando me llama Galy a su oficina del 2do piso.
- Jesu, necesito que le dejes a Martica la lista de todos los músicos y personas que están en tu grabación con su nombre completo y su número de cédula. También de los que sigas llamando…
- ¿Y eso por qué Galy? ¿A qué se debe?
- Mañana empieza la grabación del nuevo disco de DIOMEDES DÍAZ en este Estudio, la SONY se apodera de esto a partir de mañana y solo podrá entrar el que esté registrado. Mañana temprano ponen unos porteros. Es por motivos de seguridad. Ya llegué a un acuerdo con ellos.
Quedé helado por la noticia. ¡Diomedes, El Cacique! No puede ser posible. Diomedes llevaba mucho tiempo desaparecido de la escena debido a problemas judiciales, a enfermedades, incluso escondido huyendo y hasta detenido, en fin una serie de circunstancias que le habían impedido estar en tarima y se anhelaba más que nunca su regreso, su reaparición, por sus millones de seguidores y fanáticos, entre los cuales yo era uno de los primeros que ansiaba la llegada de ese momento. Se iba a grabar el disco que posteriormente se llamaría “DE NUEVO CON MI GENTE” al lado del acordeonero Franco Argüelles.
Había ido muchos años atrás a alguna presentación de Diomedes en Chiriguaná, en la caseta “Don Fede”, cuando él estaba con Colacho Mendoza. Recuerdo haber bailado “Zunilda”, “La vida cambia”, hasta casi las 7 de la mañana. Diomedes no paraba de cantar y parecía que no quería irse, no quería dejar de cantar. Eran otros tiempos, ahora era la estrella más grande de la música en Colombia. Pero no lo conocía de cerca.
Al día siguiente del aviso de Galy, llegó una delegación de Diomedes encabezada por su señora de entonces, Betsy Liliana y su manager Manuel Páez, a darle el visto bueno a las instalaciones. Aprobaron.
La gente de la producción de Diomedes me pidió que les cediera mi turno de la tarde, así que me pasé para la mañana hasta las 2 p.m. A ellos les gustaba grabar en la noche, parece que al Cacique le gustaba la madrugada.
La SONY puso dos porteros uniformados, bajitos, gorditos, de bigote, eran muy amables pero inflexibles, no cedían. Me dijeron que eran boyacenses. Pedían nombre y cédula a todo el que quería entrar.
- “Soy el Doctor fulano de tal, Diomedes me nombra en sus discos, usted me debe conocer”
- “Sí, sí, Dotorcito, usted es muy importante, voy a mirar la planilla”
- “Qué vaina con estos porteros, se creen los dueños del edificio”
- “Qué pena mi Dotor, me disculpa, no puede entrar, tiene que hablar con el señor don Diomedes”.
Así se quedaron en la puerta cientos de personas de todas las características, médicos, políticos, gente que buscaba un saludo en el disco, músicos, deportistas, periodistas, empresarios, émulos, oportunistas, funcionarios, importantes, no tan importantes, famosos, no famosos, fanáticas, fanáticos, en fin, nunca había presenciado en mi larga trayectoria como músico un despelote de esa magnitud.
Empezó la grabación, llegó la tropa de Diomedes, José Vásquez, Tito Castilla, More Ovalle, Giovanni Caraballo, el ingeniero de grabación Humberto Chaparro, Jesualdo Ustariz, Tico Rojano, Alfonso Orozco, el Productor Musical Alberto Nieto, y el Director Ejecutivo de la Sony Guillermo Mazorra, etc. También desfilaron músicos invitados como el talentoso pianista Aramis Cadena, quien siendo el Director Musical de la banda de Galy Galiano, Diomedes lo tomó prestado para más nunca devolverlo y se lo llevó para Valledupar, Roberto Cuao, Rafael Sandoval, Ramón Benítez y otros que se me escapan. En fin todas las leyendas de muchas de las grabaciones de Diomedes estaban allí. Iniciaron la grabación de las pistas con la voz de José Montenegro. Yo estaba feliz.
¡Esta era la oportunidad! ¡Iba a conocer al más grande! ¡A mi ídolo de la música vallenata! Empecé a ponerme nervioso, me sudaban las manos haciendo la lista. La noticia se regó como pólvora, porque al pedirle el número de identificación a los músicos y asistentes de mi Producción me tocó explicarles para qué era y por supuesto que todo se volvió un teléfono roto y media Bogotá musical se enteró de semejante notición. Todo el mundo quería que lo pusiera en la lista. Músicos y no músicos, para que los hiciera pasar por coristas, guacharaqueros, guitarristas, etc.
Empezó el maremágnum…
El primero que me llamó fue mi compadre Toba Zuleta:
- Compadre Vides, póngame como corista en la Producción que está haciendo, quiero saludar y abrazar al Cacique. No me vaya a dejar por fuera.
- Listo Toba, cuenta con eso.
Al dar ese paso no supe en el lío que me estaba metiendo. Abrí una Caja de Pandora…
Me empezó a timbrar el teléfono como nunca antes en mi vida. Me empezaron a llamar personas de las cuales no sabía hacía muchísimos años: primos, nuevos primos, viejos primos, viejos amigos, nuevos amigos insospechados, ex novias que no me habían vuelto a dirigir la palabra, excompañeros de bachillerato que no recordaba como se llamaban, encopetados funcionarios públicos y privados dediparaos ahora eran humildes de un momento a otro, ricachones que siempre me miraron por encima del hombro, parientes cercanos, parientes lejanos, familiares que no sabía que eran mi familia, gente que nunca me habló ahora me llamaba carñosamente, “compadre Jesu, días sin verlo, lo invito a almorzar…”, “compadre mío de mi alma, usted sabe cuanto lo quiero mi hermano…”, “mi hermano le tengo un regalo”, “mi hermanito, ¿cómo están Patricia, Luisa y Lorenita?”, etc., y mil etcéteras. Es la primera y única vez en mi vida que dejé de contestar el celular. Pero entonces empezaron a esperarme a la entrada del Estudio. Todo el mundo quería que lo registrara para ingresar.
Empezó el sufrimiento y el calvario para los ejecutivos de la Sony. El numeroso grupo de Diomedes estaba bajado con todo pago en un hotel cercano al Estudio de Galy que quedaba en la calle 85 con carrera 12 en el norte de Bogotá. Días después los músicos habían terminado todo pero no se podían ir hasta que Diomedes aprobara las pistas. El problema era que Diomedes no llegaba, el hotel facturaba, el Estudio facturaba, el cronómetro marcaba, el reloj corría, El Cacique no aparecía… Nada que hacer, llenarse de paciencia, los días pasaban y pasaban y nada, solo tocaba esperar….
Vi a Guillermo Mazorra Director artístico de la Casa Discográfica Sony asomarse en medio de la lluvia para ver si llegaba el artista, lo escuché hablando por teléfono:
- ¡Jose, Jose, por favor Diomedes no me contesta hace varios días, ayúdame por favor!
- Dame unos minutos, ya le aviso
- ¡Dios mío este Cacique me va a matar!
- Guillermo, al Cacique que lo llames en media hora, que ya prende el celular
1 hora después, 2 horas después, 1 día después, 2 días después, 3 días después…
- ¡Jose, Jose, El Cacique no me contesta!
- Ya le aviso Guillermo… Al Cacique que lo llames en 2 horas…
La verdad era muy angustiante ver al encopetado ejecutivo de la Disquera SONY casi arrodillado ante la impotencia de que el vendedor más grande en la historia de la música en Colombia, el que hacía que desde el Gerente hasta el Portero se volvieran empacadores de CDs los días antes del lanzamiento por que no daban abasto para empacar un millón de discos y no se podía caminar en ninguno de los pisos del edificio de la SONY porque solo habían cajas y cajas y cajas de discos de Diomedes que daban hasta el techo, el que uno de esos días a una de la artistas más grandes de Colombia le dijeron “Esta semana no te puede atender nadie” y ella preguntó “¿Por qué?” y uno de los empleados le contestó “Porque solo estamos empacando discos de Diomedes”, el que una vez otra cantante encopetada en los Estudios de la SONY, le ordenaron parar su grabación y furiosa preguntó “¿Qué está pasando?” “Es que viene a grabar Diomedes Díaz”, le respondieron, y más furiosa gritó “¡Voy a llamar al Presidente de la compañía!” y el empleado le respondió “La orden la dio el mismísimo Presidente” y la cantante se puso a llorar de la rabia, el que con sus ventas sostenía prácticamente a la compañía, ese llamado DIOMEDES DÍAZ “EL CACIQUE DE LA JUNTA”, ese, no aparece, con los plazos acortándose para el lanzamiento. El reloj corría implacable.
Un cantante que estaba por allí, al ver la situación de Mazorra, me dijo de manera malévola: “Me corre un fresquito”. Nunca entendí esa expresión.
Nada, nada de nada, “El Papá de los pollitos” no daba señales. Todo estaba paralizado. Todo parecía perdido.
Pasaban los días y todos estábamos a la expectativa, nos quedábamos al comienzo con algunos colados, falsos músicos y músicos de verdad, algunos de mi grabación y otros no de mi grabación a los cuales me tocó cederles por pena ante tanta rogativa, muchas veces hasta la madrugada porque, “¡Hoy si viene!”, “¡Confirmado!”, “Lo dijo fulanito que es su compadre del alma, que le puso cita aquí”, “Ruben Darío Araujo me dijo que hoy si”. Con el paso de los días nos fuimos enfriando, ya que nunca aparecía, nos sobresaltábamos cada que aparecían las camionetonas blancas y negras, pero casi siempre eran amigos y compadres de Diomedes a los que tampoco les llegaba. Cada cuanto había un alboroto y salíamos corriendo a asomarnos. Nada. Falsa alarma. Perdí la cuenta de las falsas alarmas. Cada día nos íbamos más temprano desilusionados.
El desfile de compositores famosos de la música vallenata era interminable, vi llegar a Fabián Corrales, a Iván Ovalle, extrañamente no le grabó en ese álbum a ninguno de los dos.
Me quedaba por los pasillos tropezándome con cualquiera de los músicos de Diomedes, que iban todos los días al Estudio a nada porque ya habían hecho su trabajo, solo que sin el visto bueno del Cacique no se podían ir, aproveché y hablé bastante con José Vásquez, la leyenda del bajo, quien con su calma y sonrisa me dijo: “En el momento menos pensado aparece, hay que estar atento, cuando llegue desbarata todo y nos toca grabar todo de nuevo, yo lo conozco. Él es el único que sabe lo que quiere”.
Pasaron días y días y más días, parecían interminables, larguísimos, agotadores, hasta que un día cualquiera…
- ¡Vides, hoy viene El Cacique! me gritó Toba Zuleta
- ¿Por qué dices eso?
- ¿Estás viendo ese chiquitico que acaba de entrar con una botella de whisky en la mano?
- Sí. ¿El que está sentado en el corredor?
- Si Vides, ese es el que contrató Diomedes para que le sirva el trago. Diomedón anda receloso por lo del problema judicial y no le recibe un trago a nadie, solo a ese man. Por eso lo contrató, solo para que le sirva el trago.
Me le acerqué al muchacho a indagarle algo pero solo sonrió y guardó un hermetismo total. No soltó prenda. Quedamos en las mismas, pero su mirada cómplice me confirmó sin querer que venía su jefe. Un sudor frío corrió por mi frente.
20 minutos después se oyó un estruendo como de un terremoto causado por unos camionetones que llegaron rodeando a una gigantesca camioneta Hammer negra más ancha que la calle que se cuadró en contravía en la puerta.
Alguien gritó afuera:
- ¡LLEGÓ DIOMEDES!
Al ver como se bajaban unos mastodontes de seguridad apartando a todo el mundo en medio de un alboroto incontrolable con gritos de mujeres y fanáticos, me quedé paralizado y no supe qué hacer.
El Estudio tenía una recepción donde se sentaba Martica, la asistente de Galy Galiano. El que entraba se estrellaba de frente con la recepción. Mi nervioso impulso fue decirle:
- ¡Párate Martica, hoy el recepcionista soy yo!
Martica riéndose se hizo a un lado cediéndome su lugar. Estaba empapado, temblando. Por mis giras y grabaciones había conocido todo tipo de artistas, de todos los géneros, famosos y muy famosos, pero Diomedes era una persona que no te encuentras en el supermercado, ni en un parque, enigmático, con un magnetismo gigante, casi invisible, sus carros eran de vidrios negros, no te lo ibas a encontrar en un semáforo, ni comprando la leche, esa es la razón por la que me producía algo diferente, un imán, pero no solo a mi si no a millones de personas.
- Siga, don Diomedes. Bienvenido- Dijo el portero
Lo vi. Se dirigió lentamente hacia mi. Era altísimo, más alto que todos, vestía de sudadera azul, gafas negras, cachucha azul. Con una envolvente sonrisa grande y blanca, no me dejó parar y me dio un abrazo y un beso en la cabeza diciéndome con su marcado acento guajiro:
- Compadre mío de mi alma, mucho gusto verlo. ¿Cómo está la familia?
Me quedé mudo. Paralizado.
Siguió derecho por el pasillo inundando todo con su aroma de María Farina. Pensé: ¿Qué clase de tipo es este que sin conocerme me abraza y me besa la cabeza y me pregunta por mi familia? Solo un genio con un carisma y tal vez con un don divino hace eso. Definitivamente es un tipo excepcional. No tiene igual. Con razón es el número uno.
En el pasillo se encontró a Galy y lo cargó de un tirón:
- ¡Galy es un honor para mi venir a grabar a tu casa. Eres un ejemplo para todos nosotros!
- ¡Bienvenido Cacique!
(‘COMO DIOMEDES NO HAY OTRO
ESE NUNCA NACERÍA
Y SI NACE NO SE CRÍA
Y SI SE CRÍA SE VUELVE LOCO’)
Por: JESÚS VIDES
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